12 de septiembre de 2006

Mundodisco

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Una saga de libros bastante curiosa...

Una tortuga gigante llamada Gran A'tuin, cuatro elefantes sobre su caparazón que sujetan un disco plano, el mundo. Un mundo en el que cuando un barco parece que es tragado por el horizonte en la lejanía es por que realmente se está cayendo por el borde del mundo, un mundo dónde los árboles contadores llegaron a la conclusión de que los humanos los cortaban para saber cuantos años tenían (por eso de contar los anillos y tal) y que por eso decidieron poner su edad en números a la altura de un metro ochenta o así, justo a la altura de los ojos humanos... árboles que casi se extinguen por la tala masiva para hacer números para puertas de portales.

Un mundo en el que a la Muerte el gusta el chili picante, que es como: "la sensación de hielo al rojo vivo bajando por la garganta..." La pregunta es: ¿qué garganta si la Muerte es un esqueleto?...

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Sí, Muerte jugando al golf...
(Sé que la imagen no se ve demasiado bien, pero es la caña)

Un extracto de uno de los libros, la descripción de la nostalgia: “La nostalgia, esa pequeña banda elástica del subconsciente que puede dar cuerda a un salmón y hacerlo viajar cinco mil kilómetros por mares desconocidos, o enviar a un millón de lemmings corriendo alegremente de vuelta a su hogar ancestral que, debido a un capricho de las placas continentales, ya no está en su sitio…”

Otro extracto: "¡Ankh-Morpok!
¡Perla de las ciudades!
Esta no es una descripción completamente precisa, desde luego (no era redonda ni brillante), pero hasta sus peores enemigos concedían que, si había que comparar Ankh-Morpok con algo, bien podía ser con un granito de arena recubierto por las secreciones enfermizas de un molusco.
Ha habido ciudades más grandes. Ha habido ciudades más ricas. Desde luego, ha habido ciudades más bonitas. Pero ninguna ciudad del Multiverso podía rivalizar con los olores de Ankh-Morpok.
Los Antiguos, que lo sabían todo acerca de los universos y habían olido ciudades como Calcuta, ¡Xrc-! y Puertomarte, concedian que hasta estos magníficos ejemplos de poesía nasal son simples pareados comparados con la gloria del olor de Ankh-Morpok.
Se pueden mencionar las coliflores. Se puede mencionar el ajo. Se puede mencionar Francia. Adelante. Pero si no se ha olido Ankh-Morpok en un día caluroso, no se ha olido nada."


Hay una escena que me ha hecho bastante gracia, una en la que un turista se pierde en casa de la Muerte en pleno apocalipsis, y su amigo, que va a buscarlo, se lo encuentra enseñando a jugar a las cartas a cuatro amigos llamados: Muerte, Guerra, Hambre y Peste... esa escena es la leche.

Os recomiendo que os leaís alguno de los libros que componen esta saga, son casi tomos independientes y no es necesario leerlos en orden. Seguro que cuando leaís uno, necesitareís más...